lunes, 21 de noviembre de 2011

Confesiones de un alcohólico: Resaca electoral

Las copas amargas de la noche anterior nos confirmaban lo que de lejos ya intuíamos pero nos negábamos a admitir. La Resaca -con mayúscula-, nos reprochaba duramente esos "últimos traguitos" o ese "¡Venga, que yo invito!" de última hora, y de los que en estos momentos nos arrepentíamos. Nos culpaba -con razón- de haber ignorado todas las advertencias y precauciones que, bajo el influjo de la embriaguez y seducidos por el placer de la compañía, dejábamos diluir dulcemente con cada sorbo, con cada aliento exhalado. De modo que el resultado al día siguiente consistía en una mezcla de dolores, náuseas, reflexiones y promesas "!Qué dolor! ¿Cómo pude ser tan ingenuo? Prometo que la próxima..." con las que teníamos que cargar -y resignar- mientras nos contentábamos, con nostalgia, por haber pasado una inolvidable velada.


Nadie sabe por qué confieso mi adicción y contradicción así, de esta manera ramplona tan poco sutil; así como tampoco nadie sabe ni entiende cómo esta patética historia personal, de un alcohólico con resaca, ha llegado a representarse en la política de este país, joder... qué locura. Reconocer que uno es alcohólico es el primer paso para superar la adicción ¿no? y si os dicen que con eso no basta ya sabéis el dicho: La vida sigue, o al menos lo intenta.