domingo, 12 de diciembre de 2010

El escritor, la ciudad y el retrete.

Hora de levantarse, son las 6 de la mañana, la humanidad sueña con no despertarse más en este mundo, tan solo los necios resucitan a esa hora para abandonar los placeres de Morfeo. El hombre que baila entre las sombras busca la luz palpando las paredes frías de la galería. Fogonazos alógenos en medio de la noche, pequeñas descargas eléctricas que titilan por la lúgubre ciudad. Es el sueño que despierta, en medio de lo cotidiano, tras pasar la noche abrazado al cálido lecho de los soñadores.
El espejo refleja un rostro patético de expresión moribunda. El agua moldea la cara que misteriosamente empieza a rejuvenecer, a cobrar vida con cada golpe, de la misma forma que las manos del alfarero se la otorgan al barro. Cuando el sujeto parece reconocer la edad que durante 32 años ha consumido, satisfecho, se apresura a purificar su cuerpo con el ritual higiénico diario en medio del concierto metálico de tuberías y cañerías. Al salir, una espesa niebla de vapor lo envuelve, anhelando que un amor emerja del otro lado y lo arrastre al mundo de los muertos que ha abandonado. Pero el humo se disipa, solamente quedan él y su desnudo cuerpo que está ahora limpio pero frío, nunca entero, siempre vacío… y en ese estado sempiterno y patético permanece, mientras tristemente, observa cómo sus fantasías e ilusiones se desvanecen en un remolino de mierda por el retrete.

sábado, 27 de noviembre de 2010

El último hombre

‘’El último hombre no quería caminar, no tenía fuerzas, el último hombre simplemente se rindió, cedió ante la flaqueza, y se marchitó como se marchitan las hojas a la llegada del otoño, un otoño gris. Era el último de los hombres, un hombre gris.
El primer hombre no podía caminar, deseaba hacerlo. El primer hombre simplemente se atrevió, blandió su espíritu y se alzó pletórico como se eleva el sol en el horizonte, un horizonte puro. Era el primero de los hombres, un hombre puro’’.

El último hombre abrió el cerrojo de la puerta y se dispuso a entrar en su hogar, un reducto en la séptima planta de un edificio de siete pisos, donde habitaban siete inquilinos de carácter tan extraño como desigual. Llovía, y por ese motivo llevaba la gabardina empapada, rociando el suelo de perladas gotas tras colocarla sobre el vestidor.
Sus gestos y su proceder eran delicados, como si todo a su alrededor fuese tan quebradizo como el cristal del jarrón, que contenía las siete rosas rojas, a la entrada del séptimo portal. Sin embargo, la evidencia desvelaba con tristeza que únicamente él, era lo realmente frágil, pues una vez colgado su sombrero de escuetos detalles, se descubría sin misterio un abundante cabello blancuzco y lánguido que emanaba de su testa, manifestando inmediatamente los estragos del tiempo vivido, también lánguido, delicado. Su mirada, tan cansada como experta, se posaba suavemente en cada elemento que componía la gran habitación, que reunía en aquel cubículo el salón, la cocina y el dormitorio -empezando por la entrada y terminando en un balcón por donde entraba una luz lúgubre de lluvia-.
En sus manos las llaves temblaban, subían y bajaban divertidas hasta que se posaron definitivamente en la mesilla, junto al jarrón con rosas rojas. La lluvia no amainaba y su constante susurro le aletargaba.
Parecía decidido a avanzar cuando de pronto, su mirada se clavó en el balcón y en la cortina de agua que caía, manteniéndolo sumido en ese trance de reflexión. Sin darse cuenta, sus ojos de azul aguamarina titilaron lentamente hasta cerrarse, al mismo tiempo que su brazo se extendía para buscar algo a lo que aferrarse. Estaba encogido como una pelota, se estremecía, sus piernas parecían fallarle... con el otro brazo se agarraba la cabeza por la frente, lloraba. De su bolsillo sacó un papel doblado por la mitad y algo descuidado que rezaba:

ROGAD A DIOS POR EL ALMA DE
Don Brezo Salas Mazas


Regresaba de un entierro, el entierro de una persona que tenía la vida en la sangre y que contagiaba de ese espíritu a los demás, moldeándolos, cambiando el mundo. Se había muerto el primer hombre y sólo quedaba él, el último hombre, un hombre gris.

domingo, 24 de octubre de 2010

Adiós querida inocencia, adiós

Cada golpe de remo le alejaba más de la bahía de donde había zarpado. Su pulso era firme, casi militar, siguiendo el extraño ritmo de un tambor de otro tiempo que sólo él era capaz de oír. Quizá siguiese el ritmo de su propio corazón, un corazón que servilmente sufría los latigazos que le propinaba su mente y que arrancaban pequeños trozos de su alma al hacerlo. Un niño lloraba mientras su madre le pegaba, era joven, tenía 5 años y había descubierto por primera vez los efectos de la gravedad al tirar desde el balcón las flores que su abuela, con mucho cariño, había hecho crecer. De repente el niño no lloraba, la madre no le pegaba, únicamente miraban impertérritos al intruso que los observaba, el pequeño rompió el silencio -¿Es que no has aprendido la lección?-.

La distancia recorrida era considerable, ya casi no distinguía la persona que había abandonado al otro extremo, pero sentía igualmente su mirada, su sombra aún erguida. En su boca se colaba el agua embravecida que atravesaba abordo de su exento navío, dándole una cierta idea del sabor que tenía perder algo, perder a alguien. Recuerdos fluían agitadamente en su cabeza trastornada de forma similar al fluir agitado de las olas que embestían con furia la embarcación, y los recuerdos embestían su cabeza de igual modo. Dos personas se marchaban indignadas tras una fuerte discusión -jamás se volverían a ver- otras dos observaban, ambas parecían intentar convencer a las primeras de que cambiaran de opinión en vano, él las observaba a lo lejos. Al cabo de un tiempo las dos parejas vuelven al encuentro, ahora discutían los cuatro, recordaba a esas personas, todas fueron importantes en su vida, él las observaba a lo lejos. Finalmente las dos parejas habían formado dos bandos y se estaban peleando, cuando pararon le miraron detenidamente y el que llevaba un anticuado sombrero habló -¿Acaso no vas a hacer nada, vas a quedarte ahí quieto sin decir ni hacer nada?-. El niño volvía a llorar, esta vez de forma que desgarraba la poca vida que le pudiera quedar, y llorando repetía -¿Es que no has aprendido nada?- La madre dejó de pegarle para decir duramente -No te metas-.

Era un autómata, su cara no mostraba expresión alguna mientras todo su cuerpo se contraía, agarrotando todos los músculos, para impulsar a aquél triste bote lejos de aquella bahía donde se clavaba fijamente su mirada ausente. Su lucha estaba en otro lugar, ajeno a las inclemencias del tiempo, ajeno al cansancio, a aquella figura ya remota que seguía sintiendo dolorosamente. Una enorme ola casi lo tira al agua... No se podía definir con palabras el esperpento que estaba contemplando, era la guerra, a los dos bandos se había unido una multitud que se peleaba entre sí, pero lo peor era que con cada insulto, con cada injuria, sentía que dos cadenas a las que estaba atado por las extremidades se separaban cada vez más y más a punto de partirle en dos. El niño lloraba como si la muerte misma le golpeara, los azotes colaboraban con el griterío y marcaban su ritmo infernal. Un remo, llanto, otro remo, llanto... Una ola, azote, otra ola, azote...

Cuando parecía que iba a acabar la desgracia, una figura irrumpió de la multitud silenciosamente como irrumpe la luz entre la tempestad, su paso lento y sosegado le tranquilizaba. No caminaba, iba arrastrando los pies cansadamente, aunque no por ello con menor firmeza, por el suelo. Acariciando la cabeza del niño y sin mediar palabra la vio, la dulce misericordia, la hermosa gracia esculpida por el más fino cincel, por la mismísima belleza. El cielo se abrió para dar paso a la divina majestuosidad que se acercaba hacia él, creyó verlo eclosionar y extenderse hasta el infinito, absorbiendo la bahía, el mar y su navío, sobre el que estaba tumbado y sin aliento.
La figura le tocó y sintió que todos los trocitos de su alma, hasta el más ínfimo, era recolocado en el lugar preciso del que se había desprendido a lo largo de toda su vida. Un perdón como nunca antes había sentido inundó la sequía de sus remordimientos y, sobre todo, un perdón que apagaba el fuego de sus rencores.

Volvía a estar en la bahía, arrastraba el bote por la arena hasta el salado mar, todo le resultaba muy familiar, el tiempo amenazaba con tormenta... El viento arrastraba los pasos de unos pies medianos, de hombre creyó pensar, que iban directamente hacia él. Se viró para mirar el rostro de su perseguidor -No te vayas- dijo el joven, llevaba un anticuado sombrero en la testa. Quería decirle que se olvidara, que no le buscara, que no tenía nada que decirle, que lo odiaba por lo que hizo y que por ello nunca lo olvidaría y siempre le condenaría, que había sido él el culpable de todo. Sin embargo, algo le frenó, el recuerdo de los buenos momentos sacudió la furia que crecía en su interior y, de repente, una sensación de pesadumbre le invadió haciendo brotar las lágrimas contenidas (al parecer el perdón no había abandonado las cuencas de sus ojos) y cambiando de opinión desde lo más hondo de su ser dijo -No digas que no me vaya, sabes que debo hacerlo, solamente di "no me olvides", nuestros caminos se separaron irremediablemente y ya están demasiado destrozados como para andar de nuevo por ellos. No te guardo rencor, es más, cuentas con mi bendición para que el futuro te evada de infortunios, quiero que sonrías, quiero que seas tan feliz como lo fuimos cuando estuvimos juntos. Yo no me olvidaré de ti, me acompañarás a donde quiera que vaya y te sentiré dentro siempre, siempre formarás parte de mí, te quiero y te deseo lo mejor- se acercó para darle un objeto -Ten, quiero que te quedes con esto para que yo tampoco te abandone nunca, es más quiero que la protejas, que seas su guardián... Adiós, no me pidas que me quede, es mejor así...-.

Ambos no pudieron decir nada más, la pena ahogaba sus gaznates formando una bola que por contra tampoco se podía tragar... y así, sin mediar más palabras, se embarcó de nuevo hacia el mar, esta vez menos bravo, sabiendo que un pedacito de sí mismo se perdía para siempre aunque le reconfortaba saber que estaba a buen recaudo. Navegaría sin rumbo, como un errante entre la infinitud completamente solo, bueno, completamente no...

sábado, 12 de junio de 2010

Justicia Injustificada


Un ciudadano ejemplar precisamente es un ejemplo de lo que no debe hacerse en el cine: maniqueísmo esperpéntico, guión al servicio del espectáculo, previsibilidad, etc. Sin embargo, ya que hablamos de justificaciones, su producción se ve justificada por los ingresos que sin duda recaudará y hasta resulta cómico el hecho de que sea esta la argumentación más sólida que podemos extrapolar de la película.

Este ciudadano, como dije antes, nada tiene de ejemplar y sus pretensiones grotescas menos aún. El mundo en el que se desenvuelve nuestro "ciudadano" resulta similar al mundo en que vivimos: asesinatos, justicia corrupta, espectáculo mediático... pero enseguida, tras unos minutos, nos percatamos del engaño y ya no somos capaces de reconocer nada en él, nos perdemos en el espectáculo.
Además de ello el argumento de la película se centra en la justicia, en lo que es justo, en lo que debe hacerse en nombre de lo que es justo... -muy al estilo americano, pero se echa de menos algún que otro Eastwood cascarrabias-. Ahora bien, lejos de realizar un profundo análisis sobre esta cuestión ¿qué solución nos ofrece este "ciudadano" ante una justicia corrompida? Nada más y nada menos que impartir la justicia por nuestra cuenta a diestro y siniestro, a golpe de cañón si hace falta, para así dar ese "ejemplo" y acabar con la corrupción, brillante. Pero claro, no iban a dejar que ese ciudadano se llevara él solo el mérito de dar ejemplo y por esta razón la justicia (jueces, abogados, alcaldes...), en un acto de solidaridad, también se suma a quebrantar leyes y vulnerar derechos fundamentales para castigar como es debido al que osa atentar contra lo que es justo. Por lo que, tras una trama precipitada y más que predecible, llegamos a la conclusión "injusta" tanto en un caso como en otro en la que "el fin, justifica los medios". En Fin, nos encontramos ante un intento más de explotar el género carcelario al estilo Prison Break, todo resulta creíble y justificado en un guión tan endeble como sus planteamientos morales, si es que en algún momento los tiene.

Finalmente tras abandonar la oscura sala, nos sentimos aliviados al saber que solamente se trataba de ficción, que El Tío Sam murió hace mucho tiempo y no nos señala con su dedo acusador, pero sobre todo, nos alegramos de que los ciudadanos no decidan dar ejemplo de tremenda justicia injustificada

domingo, 6 de junio de 2010

Vidas de un pájaro pendular


Los pájaros revolotean en el exterior, levitando, extendiendo sus alas por encima de la superficie, planeando sobre ella, observando...Y yo las observo también. Las persigo con la vista y me pierdo en el devenir de sus giros y maniobras celestiales, elegantes, libres, como el que se abstrae viendo a través de una ventana, los níveos copos de invierno que se posan dulcemente sobre la tierra, purificándola, copo tras copo, con su brillo argénteo.

Es tiempo de reflexionar, barrer la hojarasca del interior de un solo aleteo y, con ímpetu renovado, sobrevolar la trivialidad de lo terrenal para contemplar en su totalidad el esplendor de la cúspide y su perspectiva cósmica, etérea, espiritual… Más allá, donde se quebrantan las leyes de la lógica y podemos eyectar nuestra consciencia a un estado ulterior de entendimiento.

Fantasías de pájaro. La luz que se refleja en la nieve es cegadora y el sol abrasa nuestro espíritu de cera, castigándonos, como al ingenuo y osado Ícaro por querer alcanzar lo inalcanzable. Sin embargo, tras darnos de bruces con la realidad, siempre permanecen los fragmentos aún candentes que nos han deformado y purificado. Habilitando las piezas vitales con las que con destreza de herrero forjaremos un nuevo habitáculo en nuestro interior donde poder expandir las alas renovadas nuevamente…

lunes, 3 de mayo de 2010

La Magia del Lenguaje y su Corrupción


"[...]En definitiva, el texto literario es necesariamente connotativo, según la estilística idealista, y como consecuencia de ello es ambiguo y plurisignificativo (a mayor grado de literariedad mayor grado de ambigüedad). Un mismo texto se puede interpretar de 100 maneras diferentes[...]"

Las palabras nos seducen, nos sumen en un estado onírico en el que creemos que todo es posible, nos hacen inmortales al paso del tiempo o nos condenan al olvido pero, más que otra cosa, nos permiten seguir contando historias, seguir viviendo... ahí reside su magia, su poder. Sin ellas los mundos de Alicia en el País de las Maravillas no habrían sido "maravillosos", El Retrato de Dorian Gray no habría podido mostrar la degeneración de la moral humana, o los viajes del inocente Principito nunca nos hubieran enseñado la belleza de las pequeñas cosas...

Eso es algo de lo que estoy contento, porque se trata de algo "mágico". Es como un resquicio olvidado y utópico en el que uno se sumerge y le afecta de manera profunda y personal (con lo cual cada uno lo recibe de distinta forma desde su experiencia) enriqueciendo el alma, ordenando ideas, pensamientos...
Es un lugar en el que la ciencia no encuentra explicación porque no la necesita, ya que es tal su brillo, su excelencia y ,sobre todo su magia y su belleza, que con esas características tan simples (pero a la vez tan complejas) se explica por sí mismo.
De esta forma, el científico que se adentre en este terreno guiado por la curiosidad y el afán de revelar los secretos del mundo y del cosmos, sentirá la abrumación que sintieron sus maestros Darwin, Arquímedes o Magallanes...pero saldrán (esto es complejo) sin absolutamente nada (empírico) y a la vez con todo o, en última instancia, con la inspiración que le propulsará a alcanzar el éxito en sus proyectos.

A esto es a lo que me refiero con que estoy contento, me alegra que sea algo tan exótico como lo es una especie en peligro de extinción, un bosque profundo e inexplorado o una tribu desconocida... Sin embargo, no todo es lo que parece y me apena que éste aspecto no siempre sea un concepto tan romántico, puesto que en otros casos, la palabra escrita con la mejor intención o la literatura con los fines más bellos e inocentes, pueden servir como caldo de cultivo de los más horribles pensamientos derivados de la interpretación más perversa que se pudo hacer de un texto.
Es por lo que un artilugio de maravillas, fantástico y bello como es el lenguaje de las palabras, se convierte en un arma con la que el ser humano se respalda, defiende o ataca.

Esto no hace más que provocar el llanto de ese lugar utópico, armonioso y mágico del que nos estamos olvidando y con su olvido, llevando a la perdición o destrucción. Volvamos a cultivar su recuerdo, fomentemos su valor y promulguemos su benevolencia pues, si lo descuidamos o lo abandonamos a su suerte, será usado (como se usa hoy) con fines para los que no se nos otorgó tal don privilegiado.

"Tolerancia, Respeto, Belleza, Humildad"

Son algunas de las palabras a las que un necio atrapado entre dos mundos se aferra. Un necio que en un brazo sustenta ese mundo utópico y frágil que se aleja cada vez más, mientras que en el otro, sustenta el mundo que desprecia esa magia y mancilla su belleza, sometiendo las palabras al servicio de pérfidos fines: demagogia, manipulación, mentiras... Un mundo que se ha rendido, que ha olvidado que todavía existen cosas bellas si nos esforzamos en buscarlas, aunque haya que luchar o incluso escavar en lo más profundo para encontrarlas... A ese necio no le importa ser de los pocos que sufren esa tensión de soportar tales fuerzas que se alejan, de ser el único que aún cree en la convivencia pacífica de ambos mundos, pues seguirá aguantando estoicamente en esa situación hasta que su cuerpo se quebrante en dos. El muy necio ha encontrado su objetivo, su fin, el de su existencia... y luchará hasta su consumación pues piensa, pobre iluso, que la consumación de su objetivo, de su lucha y lo que cree es mucho más valioso, que su mera existencia.

martes, 20 de abril de 2010

Tim Burton en el País de las Maravillas


La imaginación y capacidad de dirección de Tim Burton se presentan en esta película, como siempre lo han hecho en todas sus producciones anteriores, muy sui generis, muy burtonianas en cuanto a la estética, aunque en esta producción puede que algun espectador haya podido quedarse con la miel entre los labios, quedarse insatisfechos a la hora de entregarse a lo que el director evoca...

Desde el inicio se atisba el profundo respeto que este proyecto infunde a Burton, quien procura cuidar cada secuencia, cada plano y cada detalle a fin de conservar la esencia original de los cuentos que exaltan el talento mágico de Lewis Carrol: Alicia en el País de las Maravillas ,y Alicia a través del espejo . Sendos libros juegan con las apariencias, las retuercen para contemplar con lucidez lógica (e incluso matemática) los disparatados puntos de vista que de ese retorcimiento surgen. Soslayan la realidad y la fantasía con un vuelo de ingenio e imaginación solo alcanzable por las plumas de los grandes escritores.
Este aspecto, como pude aludir antes, está sumamente cuidado por Tim Burton, que trae a la pantalla ese mundo maravilloso y enigmático lleno de falsas apariencias que nos fascinan cuando las descubrimos, mientras que a la vez conserva ese misterio, ese juego de apariencia inocente que lo hace tan delicado, lo que es un grandísimo acierto por parte de este singular director, con el que es imposible quedarse indiferentes.

Si por algo se caracterizan estos cuentos (y la película) es por el público a quienes van dirigidos. Un error muy común consiste en creer que se trata de cuentos dirigidos a un público infantil, que por supuesto lo son, pero el contenido que hay en ellos es en muchas ocasiones un contenido adulto que, gracias la maestría con la que emplea el lenguaje Carroll, se ocultan bajo la apariencia infantil de la inocencia o sencillez; por lo tanto, es igualmente enriquecedor y apto tanto para niños, como para jóvenes y adultos. En este sentido la película de Tim Burton logra emular estos cuentos y promete un espectáculo (tanto si es en 3D como si no) para niños, padres, madres, abuelos y demás familia que acompañe; como también lo promete para cualquier otro individuo y es que como decía respecto a los cuentos, la capacidad de interpretación y de disfrute ante un acontecimiento como este no tiene edades.
Además, a este ambiente estético tan bien cuidado hay que sumarle el enorme acompañamiento musical que acostumbran la mayoría de las películas de Burton gracias a la inapreciable colaboración de Danny Elfman, un viejo conocido y gran amigo del director que para esta película tan "familiar" no podía faltar. (Altamente recomendable la banda sonora original, aquí os dejo un enlace con el que os puedo guiar para que no os confundáis con el otro album titulado Almost Alice que no es la banda sonora original)

El elenco de actores configurado por británicos y estadounidenses sazonan con buen gusto esta especial cita para la que han colaborado personalidades como el "hijo pródigo" de Johnny Deep (Sombrero Loco), que siempre acude cuando el director le llama; Mia Wasikowska (Alicia), Helena Bonham Carte (Reina de Corazones), Alan Rickman (Absolem), Anne Hathaway (Reina Blanca) y Christopher Lee, entre otros.
Hay que destacar que el dúo Burton-Deep se junta de nuevo y bien es cierto que funciona y gusta, pero puede que algunos de sus más allegados seguidores (como este humilde servidor) no encuentren, en esta ocasión, ni al mejor Burton ni al mejor Deep. El primero parece haberse escondido detrás de la pantalla expectante, como si no tuviera nada más que decir que no estuviera ya dicho o reflejado en ella. Sabemos que está ahí porque su sello es palpable pero no le vemos salvo en determinados momentos, en sutilezas del guión a modo de guiños, fugazmente... Mientras que el segundo, a pesar de sorprendernos una vez más con su polivalencia interpretativa, no parece haber dotado al personaje de ese "ángel" abrumador con el que realzaba siempre la personalidad de sus interpretaciones, es un Deep agridulce.

Finalmente, puedo decir que me encuentro ante una muy buena película que embriaga con cada imagen emitida, que te cautiva y envuelve en esa sala oscura últimamente tan controvertida a raíz del asunto 3D que viene arrollando todo lo que pilla a su paso, aunque ese no es el tema a tratar. No obstante, en el transcurso de ese espectáculo tan mágico y cuidado se puede presenciar el atropello de algunos planos argumentales que, más allá de imprimir un ritmo vertiginoso a las imágenes y a la trama, no comunican ni transmiten nada, por lo que el espectador se atraganta con ese frenético atropello de vacío. Únicamente al principio y al final se muestra el verdadero Burton al que estamos acostumbrados, provocando que nos preguntemos al salir del cine por qué demonios no se había mostrado completamente, es decir, nos preguntamos si ha dado efectivamente todo lo que podía dar de sí, o sin embargo, si ha podido dejarse algunas cosas en el tintero...si ha podido, en última instancia, perderse en ese País de las Maravillas y no ha conseguido transmitir todo su esplendor más que a destellos, tan efímeros, como brillantes...
Sea como fuere, mi nota es un notable 8.

domingo, 11 de abril de 2010

Travesía hacia el refugio


Las emociones me exacerban sin control, yo voy a la deriva, voy sin rumbo hacia lo que me depare este estado aventurero en el que me aguardan peligros, pero más que nada, misterios…Ya lo oigo…es un rumor, como una leve brisa lleva consigo los susurros de un río lejano que fluye en lo profundo del bosque...en lo profundo del alma.
En el vaivén de emociones en el que estoy inmerso por completo la realidad se diluye, se detiene en una búsqueda interior, el exterior es laxo y rutinario, lo interesante transcurre dentro…No quieres salir de allí, pues lo que aparentemente estaba muerto parece tener más vida de lo que creías, o en otras palabras, la ficción cobra vida ante una realidad que está muerta, realidad parca en emociones y misterios, puesto que no parece haber nada nuevo, original o interesante que no esté descubierto ya. Era un hermetismo espiritual, un asceta interior, una crisálida humana…
En este momento, nos convertimos en una carcasa acorazada que, protegida del hastío del mundo, algún día romperemos cuando encontremos las respuestas y estemos dispuestos a descubrir las incertidumbres que se encuentran en el exterior pero que estaban ocultas, esperando ser encontradas por unos ojos más atentos; y cuando lo hagamos, estaremos preparados para afrontar la dura realidad que tratará de asesinarnos, de atentar contra nuestra identidad y de adoctrinarnos en la negatividad, conformismo y desaire reinantes a la primera de cambio.
Es triste pero no menos cierto que todo lo que toca el ser humano se pervierte, el lenguaje está cargado de ideología, pero el lenguaje por desgracia no es algo que esté grabado a fuego, no es algo permanente, cambia. Al contrario de lo que mucha gente piensa, el lenguaje es una herramienta siempre candente y que se puede moldear, en este caso pervertir, reutilizar con otros fines…así un texto (escrito u oral) que suponga la salvación de la humanidad podrá, tras una lectura perversa, ser interpretado para destruirla y viceversa...
¿Estamos al fin y al cabo condenados? No lo sé, sólo espero que tanto si lo estamos como si no, este bello planeta no sufra las consecuencias ni se vea arrastrado por nuestra estupidez y negligencia. Ver como perece lentamente éste pequeño reducto de vida me agarrota el alma, y me sacrificaría con gusto para restaurarlo, plantaría mi espíritu y dejaría que echara raíces para abrazar la tierra con fuerza, dejar que el viento eleve mi pensamiento y purificarme con el rocío de la lluvia… y de esta forma sentirme plenamente vivo, en perfecta armonía… ya que como humano entre millones de humanos no tengo nada que hacer para cambiar el curso de las cosas a nivel mundial, tan sólo no quiero morir como humano(no querría cargar con ese lastre o con todos los actos que se han cometido en su nombre: guerras, asesinatos, muertes…) sino como ser vivo, y hablo de ser, en el sentido de ‘’formar parte’’,pasar a formar parte de la vida, la naturaleza, nuestra madre, nuestro hogar, nuestro refugio...al que me dirijo en estos instantes.

sábado, 3 de abril de 2010

Una pérdida de tiempo

Como sabréis llevo algún tiempo dedicándome a este noble arte de escribir pero nunca me he parado a reflexionar sobre lo que ello implica y en estos momentos, me fascina no haberme dado cuenta de la gran historia que se ocultaba en esta encomiable labor. El problema que siempre me surge al tomar las riendas de mis ocurrencias o sentimientos y darles forma sobre el papel es siempre el mismo, y no termino de sácamelo de la cabeza por más que lo intente. Esto como se verá a continuación provoca un conflicto de emociones en mi interior, por un lado me frustra y por otro me anima y alienta.
Y es que hay tanto que contar, y tan pocas palabras para hacerlo...por este motivo quizá ocurra que cuando descubrimos una nueva palabra, sintamos que se ha abierto ante nosotros un universo amplio y maravilloso en el que poder retozar mansamente, reflexionar con mayor tranquilidad, Sentir de otra forma y satisfacer nuestra impotencia expresiva.
En este sentido las palabras nos ayudan a conocer mejor nuestros sentimientos, nuestras frustraciones, manifestar con mayor exactitud nuestro pensamiento, que se expande hacia nuevos terrenos inexplorados, ocultos, secretos…cierta película creo recordar hablaba sobre este aspecto, sobre la vida secreta de las palabras.
Nunca he escrito sobre mi manera de escribir, y no lo voy a hacer ahora, cuestionarla sería demasiado sencillo y más aun criticarla. Sin embargo, no pretendo ahora ni he pretendido nunca ser objeto de admiración o alabanza aunque viene bien explicar en qué consiste este pasatiempo. Únicamente escucho una sinfonía, me sumerjo en ella y no salgo hasta que me sienta tan extasiado o abrumado por la oleada de sensaciones que hasta pueda incluso perder la noción del tiempo y espacio si no salgo. Esa música cuenta varias historias, no para de contarlas, se emociona, y cuando termina sientes que te ha contado un sinfín de vivencias y te parece haber escuchado al ser más anciano y sabio de la Tierra. Te preguntas por qué solo tú le prestas atención y te comprometes solidariamente a transcribir sus palabras en un folio, como haría un avezado aprendiz que profesa una profunda admiración por su difunto maestro e intentase entender la complejidad que éste le intentó expresar en su día.
Por tanto, las palabras no salen de mí, no os confundáis, soy simplemente un intérprete anodino, un cuenta cuentos humilde que escucha lo que dice el llanto de la lluvia, la risa del sol o el susurro del viento…sus maestros. Puede que en este sentido sea muy voluble, espontáneo, dependiente. A pesar de eso, disfruto, y retozo cual equino en la pradera henchido de espíritu, pues ¿no es entrañable escuchar de vez en cuando los sonidos que normalmente ignoramos, los sonidos de nuestra mente y corazón, sonidos que no podemos atender ya que disponemos de poco tiempo para cuidarlos, poco tiempo que perder? No nos damos cuenta de que los que realmente salimos perdiendo somos nosotros, y cuando queramos escucharlos, puede que sea demasiado tarde, pues ellos pueden considerarnos a nosotros, una pérdida de tiempo…

viernes, 2 de abril de 2010

En este refugio...

Desde este sitio pretendo escribir todo aquello que escribí en su día pero nunca compartí, pensamientos, crítica, sentimientos... Con ello elaboraré un refugio donde poder guardar esas cosas que tanto apreciamos y sin embargo también descuidamos, ya que la cantidad de tiempo que dedicamos a nosotros mismos, a pararse a pensar en lo que hacemos, a compreder...es insignificante.
Este refugio acogera gustosamente pues, a todos aquellos que quieran desconectar un poco de la asfixiante rutina diaria para conectar con ese espacio en el que nos refugiamos cuando estamos solos, nuestro hogar interno, nuestra identidad...
Bien, el refugio queda oficialmente abierto y como he dicho espero que os sirva tan bien como a mí y... Ah si! no olvidéis cerrar la puerta al salir! saludos.