domingo, 11 de abril de 2010

Travesía hacia el refugio


Las emociones me exacerban sin control, yo voy a la deriva, voy sin rumbo hacia lo que me depare este estado aventurero en el que me aguardan peligros, pero más que nada, misterios…Ya lo oigo…es un rumor, como una leve brisa lleva consigo los susurros de un río lejano que fluye en lo profundo del bosque...en lo profundo del alma.
En el vaivén de emociones en el que estoy inmerso por completo la realidad se diluye, se detiene en una búsqueda interior, el exterior es laxo y rutinario, lo interesante transcurre dentro…No quieres salir de allí, pues lo que aparentemente estaba muerto parece tener más vida de lo que creías, o en otras palabras, la ficción cobra vida ante una realidad que está muerta, realidad parca en emociones y misterios, puesto que no parece haber nada nuevo, original o interesante que no esté descubierto ya. Era un hermetismo espiritual, un asceta interior, una crisálida humana…
En este momento, nos convertimos en una carcasa acorazada que, protegida del hastío del mundo, algún día romperemos cuando encontremos las respuestas y estemos dispuestos a descubrir las incertidumbres que se encuentran en el exterior pero que estaban ocultas, esperando ser encontradas por unos ojos más atentos; y cuando lo hagamos, estaremos preparados para afrontar la dura realidad que tratará de asesinarnos, de atentar contra nuestra identidad y de adoctrinarnos en la negatividad, conformismo y desaire reinantes a la primera de cambio.
Es triste pero no menos cierto que todo lo que toca el ser humano se pervierte, el lenguaje está cargado de ideología, pero el lenguaje por desgracia no es algo que esté grabado a fuego, no es algo permanente, cambia. Al contrario de lo que mucha gente piensa, el lenguaje es una herramienta siempre candente y que se puede moldear, en este caso pervertir, reutilizar con otros fines…así un texto (escrito u oral) que suponga la salvación de la humanidad podrá, tras una lectura perversa, ser interpretado para destruirla y viceversa...
¿Estamos al fin y al cabo condenados? No lo sé, sólo espero que tanto si lo estamos como si no, este bello planeta no sufra las consecuencias ni se vea arrastrado por nuestra estupidez y negligencia. Ver como perece lentamente éste pequeño reducto de vida me agarrota el alma, y me sacrificaría con gusto para restaurarlo, plantaría mi espíritu y dejaría que echara raíces para abrazar la tierra con fuerza, dejar que el viento eleve mi pensamiento y purificarme con el rocío de la lluvia… y de esta forma sentirme plenamente vivo, en perfecta armonía… ya que como humano entre millones de humanos no tengo nada que hacer para cambiar el curso de las cosas a nivel mundial, tan sólo no quiero morir como humano(no querría cargar con ese lastre o con todos los actos que se han cometido en su nombre: guerras, asesinatos, muertes…) sino como ser vivo, y hablo de ser, en el sentido de ‘’formar parte’’,pasar a formar parte de la vida, la naturaleza, nuestra madre, nuestro hogar, nuestro refugio...al que me dirijo en estos instantes.

1 comentario:

  1. Maravillosa reflexión Néstor, te creía persona muchísimo más mundana, más aferrado a lo material de la vida de lo que realmente eres. Destapa tu poderosa presencia al mundo y este se tendrá que redimir ;)

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