sábado, 3 de abril de 2010

Una pérdida de tiempo

Como sabréis llevo algún tiempo dedicándome a este noble arte de escribir pero nunca me he parado a reflexionar sobre lo que ello implica y en estos momentos, me fascina no haberme dado cuenta de la gran historia que se ocultaba en esta encomiable labor. El problema que siempre me surge al tomar las riendas de mis ocurrencias o sentimientos y darles forma sobre el papel es siempre el mismo, y no termino de sácamelo de la cabeza por más que lo intente. Esto como se verá a continuación provoca un conflicto de emociones en mi interior, por un lado me frustra y por otro me anima y alienta.
Y es que hay tanto que contar, y tan pocas palabras para hacerlo...por este motivo quizá ocurra que cuando descubrimos una nueva palabra, sintamos que se ha abierto ante nosotros un universo amplio y maravilloso en el que poder retozar mansamente, reflexionar con mayor tranquilidad, Sentir de otra forma y satisfacer nuestra impotencia expresiva.
En este sentido las palabras nos ayudan a conocer mejor nuestros sentimientos, nuestras frustraciones, manifestar con mayor exactitud nuestro pensamiento, que se expande hacia nuevos terrenos inexplorados, ocultos, secretos…cierta película creo recordar hablaba sobre este aspecto, sobre la vida secreta de las palabras.
Nunca he escrito sobre mi manera de escribir, y no lo voy a hacer ahora, cuestionarla sería demasiado sencillo y más aun criticarla. Sin embargo, no pretendo ahora ni he pretendido nunca ser objeto de admiración o alabanza aunque viene bien explicar en qué consiste este pasatiempo. Únicamente escucho una sinfonía, me sumerjo en ella y no salgo hasta que me sienta tan extasiado o abrumado por la oleada de sensaciones que hasta pueda incluso perder la noción del tiempo y espacio si no salgo. Esa música cuenta varias historias, no para de contarlas, se emociona, y cuando termina sientes que te ha contado un sinfín de vivencias y te parece haber escuchado al ser más anciano y sabio de la Tierra. Te preguntas por qué solo tú le prestas atención y te comprometes solidariamente a transcribir sus palabras en un folio, como haría un avezado aprendiz que profesa una profunda admiración por su difunto maestro e intentase entender la complejidad que éste le intentó expresar en su día.
Por tanto, las palabras no salen de mí, no os confundáis, soy simplemente un intérprete anodino, un cuenta cuentos humilde que escucha lo que dice el llanto de la lluvia, la risa del sol o el susurro del viento…sus maestros. Puede que en este sentido sea muy voluble, espontáneo, dependiente. A pesar de eso, disfruto, y retozo cual equino en la pradera henchido de espíritu, pues ¿no es entrañable escuchar de vez en cuando los sonidos que normalmente ignoramos, los sonidos de nuestra mente y corazón, sonidos que no podemos atender ya que disponemos de poco tiempo para cuidarlos, poco tiempo que perder? No nos damos cuenta de que los que realmente salimos perdiendo somos nosotros, y cuando queramos escucharlos, puede que sea demasiado tarde, pues ellos pueden considerarnos a nosotros, una pérdida de tiempo…

2 comentarios:

  1. Pues mucha suerte en tu camino caballero. Procuraré estar atento a las publicaciones de tu refugio. ;)

    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Me gusta como escribes. Siempre te lo dije. Pero sabes que lo que más me gusta es lo que escribes: tus ideas y reflexiones son magníficas. Compartimos muchas y otras nos hacen diferentes, pero eres, de los que conozco, de los más interesantes que ha nacido al sur de mi pueblo ;D

    ResponderEliminar