
Un ciudadano ejemplar precisamente es un ejemplo de lo que no debe hacerse en el cine: maniqueísmo esperpéntico, guión al servicio del espectáculo, previsibilidad, etc. Sin embargo, ya que hablamos de justificaciones, su producción se ve justificada por los ingresos que sin duda recaudará y hasta resulta cómico el hecho de que sea esta la argumentación más sólida que podemos extrapolar de la película.
Este ciudadano, como dije antes, nada tiene de ejemplar y sus pretensiones grotescas menos aún. El mundo en el que se desenvuelve nuestro "ciudadano" resulta similar al mundo en que vivimos: asesinatos, justicia corrupta, espectáculo mediático... pero enseguida, tras unos minutos, nos percatamos del engaño y ya no somos capaces de reconocer nada en él, nos perdemos en el espectáculo.
Además de ello el argumento de la película se centra en la justicia, en lo que es justo, en lo que debe hacerse en nombre de lo que es justo... -muy al estilo americano, pero se echa de menos algún que otro Eastwood cascarrabias-. Ahora bien, lejos de realizar un profundo análisis sobre esta cuestión ¿qué solución nos ofrece este "ciudadano" ante una justicia corrompida? Nada más y nada menos que impartir la justicia por nuestra cuenta a diestro y siniestro, a golpe de cañón si hace falta, para así dar ese "ejemplo" y acabar con la corrupción, brillante. Pero claro, no iban a dejar que ese ciudadano se llevara él solo el mérito de dar ejemplo y por esta razón la justicia (jueces, abogados, alcaldes...), en un acto de solidaridad, también se suma a quebrantar leyes y vulnerar derechos fundamentales para castigar como es debido al que osa atentar contra lo que es justo. Por lo que, tras una trama precipitada y más que predecible, llegamos a la conclusión "injusta" tanto en un caso como en otro en la que "el fin, justifica los medios". En Fin, nos encontramos ante un intento más de explotar el género carcelario al estilo Prison Break, todo resulta creíble y justificado en un guión tan endeble como sus planteamientos morales, si es que en algún momento los tiene.
Finalmente tras abandonar la oscura sala, nos sentimos aliviados al saber que solamente se trataba de ficción, que El Tío Sam murió hace mucho tiempo y no nos señala con su dedo acusador, pero sobre todo, nos alegramos de que los ciudadanos no decidan dar ejemplo de tremenda justicia injustificada